Pueblo Wixárika
Durango, Jalisco y Nayarit
El territorio del Pueblo Wixárika abarca partes de los estados de Jalisco, Nayarit, Durango y Zacatecas en la Sierra Madre Occidental que se caracteriza por sus montañas, mesetas y acantilados pronunciados, un hogar donde habitan las comunidades wixaritari con difícil acceso y aislados entre si, situación que ha permitido a conservar muchas de sus tradiciones y costumbres a lo largo del tiempo.
La lengua wixárika pertenece a la familia lingüística yuto-azteca, unas de las familias más extensas y diversificadas de Mesoamérica, que abarca una amplia gama de lenguas habladas en el noroeste de México y el suroeste de los Estados Unidos.
Durante la colonización, los Wixárika lograron preservar gran parte de su autonomía y tradiciones debido a su aislamiento geográfico en las sierras. A diferencia de otros grupos indígenas, no fueron sometidos por completo por los españoles, lo que les permitió seguir practicando su religión, lengua y costumbres ancestrales.
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Para el Pueblo Wixárika, los lugares sagrados constituyen la esencia de la vida. Entre ellos, destaca de manera particular Wirikuta, un lugar sagrado ubicado a muchas horas de distancia de sus comunidades. En este sitio, nace y crece el hikuri, una planta sagrada considerada como su hermano mayor. Alrededor del hikuri giran algunas de las ceremonias mítico-espirituales más importantes para el Pueblo Wixárika, pues esta planta posee, según su cosmovisión, propiedades medicinales y mágicas.
En la milenaria cosmovisión wixárika, el venado y el maíz de cinco colores representan el espíritu de los mara’kate: cantadores, curanderos y hombres sabios de las comunidades. Estos guías conducen a su pueblo hasta Wirikuta, un sitio sagrado al que, desde tiempos inmemoriales, realizan visitas anuales para pedir a sus deidades la llegada de la lluvia, así como el sustento, la salud, la vida y la armonía, no solo para los wixaritari, sino para todo el mundo.
Para el Pueblo Wixárika, el origen y la raíz están vinculados de manera mítica con más de 60 deidades reconocidas y ubicadas en su territorio. En la sierra, conviven con sus parientes, con los demás neiwama (hermanos comuneros) y, por supuesto, con los antepasados y sus deidades.